·OPUS PISTORUM·


LIBRO I
Sous les toits de Paris.
 Dios sabe que llevo ya bastante tiempo viviendo en París como para asombrarme de algo.
 Aquí no hace falta ir buscando aventuras a propósito, como en Nueva York... basta con tener un poco de paciencia y esperar, la vida te sale al encuentro en los lugares más recónditos e increíbles, aquí te pasan cosas. Pero la situación en que ahora me encuentro... esta niña de trece años tan bonita y desnuda sobre mis rodillas, su padre quitándose presuroso los pantalones ahí, en el rincón, tras un biombo, esa puta joven y maciza sentada en el sofá... es como si mirase la vida a través de un espejo deformante, ves imágenes reconocibles, pero no te las puedes creer.
 Nunca me ha atraído la perversión de menores... como a esos hombres a los que echan a empujones de los parques públicos, siempre algo harapientos, siempre con las piernas un poco temblorosas, explicando que la niña tenía polvo en el vestido y se lo estaban quitando... Pero ahora debo reconocer que Marcelle, con su lampiño cuerpecito, me está excitando. No es porque sea una niña, sino porque carece de inocencia... la miras a los ojos y ves el monstruo del conocimiento, el espectro del saber... tiene las piernas entrelazadas con las mías y aprieta su pelado chichi contra mis dedos... y con los ojos se burla de mi indecisión.. Le pellizco las piernas, aún no del todo desarrolladas, cubro todo el carrillo de su inquieto culo con la palma de una mano... su cuerpo apenas ha perdido la redondez y lisura de la infancia. Es una mujer en miniatura, una copia aún incompleta. Tiene el chochito húmedo... Le gusta que lo acaricie con la punta de los dedos...está palpándome la entrepierna en busca de la minga... sus dedos me espantan, cuando se me meten por la bragueta a hurtadillas. Le sujeto el brazo... pero ya me ha encontrado la pelambrera. Me agarra de la chaqueta y se me arrima tanto, que no puede apartarla de la minga, se pone a juguetear con John Thursday ... bueno, pues, lo va a encontrar tieso... 
 Llama a Marcelle. La niña no quiere apartarse de mi, pero me la quito de las rodillas... Casi agradezco verme libre de ella. Por qué quiere ser una... esto, una niña mala, le pregunta. No responde, se queda entre las rodillas de la muchacha y la puta le toca su desnudo cuerpo. ¿Hace estas cosas con papá cada noche? Si, todas las noches, cuando están en la cama... se muestra provocadora, triunfante... ¿ Y cuando papá está trabajando, durante el día, cuando no está en casa? A veces los muchachos quieren que les haga cosas... nunca lo hace con ellos, ni con los hombres que quieren llevarla a dar un paseo... 
 Su padre sale irritado de detrás del biombo. Joven, tenga la bondad de no hacer preguntas a la niña... Saca una botella y los tres tomamos una copa de coñac abrasador. Para la niña, solamente un culito de vino blanco... 
 Me siento con la puta en el sofá. Me agradece mi presencia tanto como yo la suya, ha olvidado su oficio o, si no, se habría quitado la ropa, cuando le paso la mano por la pierna... al contrario, se tumba y me deja meterle la mano por debajo del vestido... tiene piernas llenas y sólidas... 
 Marcelle está sobre las rodillas de su padre en la silla. Juguetea con su cipote y él la acaricia entre las pienrnass... alza su tripita
y él se la besa, las piernas separadas dejan ver el dedo de él escurriéndose hasta entrar en el agujerito. El orificio se dilata, cuando mete uno de sus dedos junto al de su padre, y se echa a reír... 
 La puta está cachonda y, cuando abre las piernas, veo que está mojada. Tiene una pelambrera grande como mi mano y suave como
plumas. Se levanta el vestido por delante, me saca el cipote y restriega la nariz de John Thursday conta sus pelos... me pide gimiendo que le pellizque las tetas, se las bese, si no me ofende, las muerda acaso. Se muere por un polvo, que le hayan pagado para venir aquí no cuenta ahora... probablemente devolvería el dinero y algo más por una polla que le calme el picor del chumino...
 Marcelle quiere que la miremos. Está inclinada sobre su padre con la picha en una mano, gesticulando con la otra y reclamando espectadores en voz alta. Se la va a chupar, nos dice ¿no queremos ver cómo se la mete en la boca? Su viejo sonríe radiante como si estuviera colocado con hachís, ahora ve todo de color de rosa. Tiene medio cuerpo fuera de la silla, esperando que la zorra de la
niña se la mame... 
 Me pregunto si sentirá ella la mitad siquiera del placer que aparenta... le han enseñado, se ve a la legua, no todo es fruto de su 
imaginación. Se restriega los pezones con la punta de la minga de sus padre, la coloca entre sus inexistente tetas y la acaricia... después se aprieta el capullo contra la tripa, lo besa, besa sus muslos, besa la pelambrera... su lengua parece un gusano rojo escondido entre los negros pelos... 
 La puta me coge la mano y la retiene entre sus piernas. Está tan cachonda, que casi chilla cuando la indecente chavalita se mete la polla de su padre entre los labios y empieza chuparla. Una cosa así no puede ser, exclama, y Marcelle pone los ojos en blanco y chasquea los labios un poco para demostrar que sí que puede ser... 
 Marcelle quiere que me la folle. Salta al sofá y se interpone entre la muchacha y yo... tiene un aire tan fascinante y horrible, que me quedo clavado en el sitio. Se desliza entre mis brazos, me aprieta la polla con su desnudo cuerpo, abre las piernas y coloca mi cipote entre ellas... Me vuelvo de espaldas para apartarme de ella cuando siento su pelado chochito tocando la punta de mi minga, pero al 
instante me está montando a horcajadas... 
 "¡Fóllatela, a esa cochina!" La puta se inclina hacia mí con ojos entornados y excitados... se tira del escote del vestido y enseña a medias los hombros... sus tetas me aprietan en el hombro. Oigo también al padre de Marcelle: "¡Fóllatela! ¡Quiero ver follar a mi cielito!" 
 Marcelle dilata su chichi, lo mantiene abierto, lo empuja contra el cipote.... el monstruito consige meterlo... veo cómo mi cipote se lo ensancha hasta el doble de su tamaño. No sé cómo puede caber tanto... pero su pelado chcochito parece engullirme del todo, traga, y traga la polla... por un instante siento unas ganas tremendas de tirarla debajao de mí, separarle las piernas de niña y abrirla con el cipote, metérselo hasta su matriz de niña y llenarla de lefa una y mil veces... Ahora me está follando, tiene su delicioso culo pegado a mi 
pelambbrera, la desnudez del chocho oculta por los pelos... Se ríe, la muñeca, se muere de gusto con esa polla dentro..
"¡Serás cabrón! ¡Estás majara!" grito a su padre. "¡No queiro follarme a tu puñetera hija! ¡Fóllatela tú, si quieres!" Me guardo el 
cipote dentro del pantalón y Marcelle corre hacia su padre. "Debo de estar tan chalado como tú para haber venido aquí... Borracho 
no estoy , desde luego... Anda, ¡vete a tomar por culo!" 
 "¡Papá!", grita Marcelle. Me parece que está asustada por mi violencia, pero no... ese monstruito no se asusta. Sus ambarinos ojos 
lanzan destellos hacia mí."¡Tráetela ahora, papá! ¡Trae la vara para que ella me pegue mientra él me folla! ¡Oh, papá, por favor!" 
 No puedo más, salgo corriendo de la casa. Si no saliera, sería capaz de matar a alguien, y , cuando me encuentro en la calle, tengo temblores tan intensos, que tengo que detenerme y descansar contra una valla. Tengo la impresión de haber escapado de algo tenebroso y cruel, algo de pesadilla... 

 "Monsieur! monsieur!" Es la puta, que viene tras de mí. Me agarra la mano con desesperación. "Le he tirado el dinero a la cara, a ese asqueroso cerdo." Ve que me llevo la mano al bolsillo. "No, no quiero dinero..." 
 La llevo detrás de una valla, hasta lo que parece ser un depósito de madera. Se aprieta con fuerza contra mí, se levanta el vestido hasta la altura del culo y me deja acariciarle la pelambrera. Está cachonda que el jugo del coño le ha mojado las piernas hasta màs abajo de donde la toco... se le abre el coño ante mis dedos y saca a John Thursday.
 Hay una pila de tablas, sobre la que nos tumbamos. Son duras y están húmedas, y probablemente se va a pasar el resto de la noche arrancándoseastillas del culo, pero nada de eso importa... quiere que la follen, y sería capaz de tumbarse sobre una cama de clavos, si no quedara más remedio. Con las piernas separadas enganchadas altos tacones en una raja y se alza, al tiempo que se remanga el vestido hasta la cintura.
 "Monsieur... Monsieur", suspira. Nunca podrías imaginar, furcia maravillosa, lo agradecido que te estoy por lo de esta noche... 
 Le meto a John Thursday entre los pelos. No tiene seso en su calva cabeza, pero sabe valerse por sí solo. Sabe ingeniárselas. Se desliza por entre su pelambreray la embiste en el recto.
 A esta puta le sale una cascada del chumino. No hay quien la detenga... podrías meterle toallas, sábanas, colchones entre las piernas y seguiría manando hasta sumergirte. Me siento como el muchacho que tuvo que tapar la rotura del dique con un solo dedo. Pero lo voy a taponar, lo voy a llenar con el cipote... 
 ¿Qué sentías? Eso es lo que quiere saber, no cesa de preguntármelo. No puede olvidar ese chochito pelado e infantil ni siquiera cuando mi polla está rozándole en plena entrada. Se le ha quedado grabada, dice, la forma como se dilató y se cerró sobre mi picha. Ese cuerpecito desnudo deslizándose conta mí...¡ah, si hubiera podido yo ver el espctáculo desde fuera! Pero, ¿qué sentía?.
 Y cuando esa indecente muñeca se metió mi cipote en la boca, esa boca de niña pintada, y lo chupó, ¿qué sentí, entoces? ¡Oh, que niña, que niña perversa, ésa, ya que sólo por saber que existen cosas así! Y tal. Pero, ¿no podría alzarme un poco, a la altura de sus cadera, para permitir a Jean Jeudi deslizarse hasta su cuadra...? Monsieur! 

 Un ejército ha pasado por entre sus perinas... un ejército innumerable y anónimo y medio olvidado. Pero esta noche la recordará. Es un acontecimiento en su vida que se entregue gratis, eso no lo va a olvidar tan fácilmente. Empujo la polla hasta dentro de su breva madura y ella me tira de la chaqueta para hacerme bajar y apretarme contra ella. No es una puta ahora... es una ja con un picor en el coño que hay que calmar a fuerza de restregárselo... 

 El picor no le va a druar demasiado. Te lo voy a calmar a cipotazos, te voy a borrar también a cipotazos el recuerdo de los otros que te poseyeron. ¿Con quién has estado esta noche? ¿Quién te ha jodido? ¿Acaso importa? ¿Lo recuerdas siquiera ahora? Mañana o dentro de una semana habrán acabado reuniéndose con los que pasaron antes. Pero y permaneceré, éste no vas a poder dejarlo pasar tan fácilmente... tienes una polla dentro y ahí se va a quedar, incluso despés de que me haya ido. Voy a dejar algo que nunca olvidarás, te voy a dar una pizquita de goce, voy a llenarte la matriz con un ardor que no se enfriará... Estás tumbada debajo de mí con los muslos separados de par en para para recibirlo y tu boca de puta susurra palabras que ya has dicho antes miles de veces a millares de hombres. Pero eso no importa. No hubo hombres antes de mí ni los habrá después. No es culpa tuya no disponer de una frase inédita para expresar lo que sientes... basta con que sientas... 
 Le golpeo los muslos con el cipote, sacándolo y metiéndolo en la tierna raja una y mil veces, le echo polvo tras polvo. La han dejado asolada y abierta, tan fácil de poseer y de follar, todos esos otros. Pero yo la lleno, sabe que esta vez la están follando. Se aparta de nuevo el vestido de los hombros y me ofrece las tetas. Restriego la cara contra ellas, chupando y mordiendo. 
 Le agarro el culo con ambas manos y estrujo la carne, mientras deslizo la polla hacia la matriz. Si le duele, ninguno de los dos lo sabe ni lo piensa. Los cojones están en una bolsa caliente, un nido pelado bajo su chumino. Las tablas repiquetean bajo nuestros cuerpos como los huesos de un esqueleto. 
 Del cipote me sale tanta lefa como agua de una manguera. La puta me envuelve de repente con alas piernas y me aprieta con fuerza contra  ella... teme que me detenga y aún no se ha corrido. Pero la follo durante todo un minuto más y me corro en su matriz después incluso de que se haya extinguido el fuego de sus entrañas y sus piernas vuelvan a caer inertes a mis costados. 
 La puta se ha quedado tendida sobre la pila de madera después de acabar. No intenta taparse... parece como si hubiera olvidado dónde estaba y parece estenuada de tanto follar y satisfecha. Pero temo que recuerde e intente sacarme unos francos, quiera que la invite a una copa, que le pague un taxi, me hable de su madre enferma... Saco el primer billete que encuentro en mis bolsillo, me limpio la polla con él y así, arrugado, se lo dejo sobre su desnudo vientre con una moneda encima para sujetarlo. 
 Las calles me reciben, tan desoladas y ajenas como antes.


"Opus Pistorum"
Henry Miller
Volumen I
Traducción de Carlos Manzano.


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